lunes, 31 de mayo de 2010

Francisco Canaro: aquí, allá y en París también

Cuando nos piden que hablemos sobre alguien, entre las ideas y recuerdos que se atropellan por salir pueden asomar primero los defectos, antes que las virtudes. Y así me sucede hoy (quizás un poco injustamente) con Francisco Canaro, porque comenzaré diciendo que su problema principal es… no ser Gardel. Ni Troilo. Atento lector: antes de saltarme al cuello con impulsos homicidas, le pido un “tanto” de su tiempo para explicarme mejor, y llegar a la conclusión que Pirincho tiene lo suyo. Aquí, allá y en París también.

Armonía vs. melodía

Una vieja polémica enfrenta la racionalidad con la sensibilidad. O en términos musicales la armonía con la melodía. Canaro es música, y de la buena. Pero el ritmo lo saca a veces del centro de equilibrio. Pudiendo tocar un tema melódico con acentos apasionados, se pierde en una andanada de chan chan(es) que no hacen otra cosa que sumirnos en la pesadez (me viene a la mente, por caso, cierta versión del tango – vals “Corazón de oro”). Aunque hay que reconocer que no fue sólo este músico uruguayo quien incurrió en tal defecto, no podemos dejar de mencionarlo porque fue alguien importante, sobre todo para la sangre que en esa época latía aún al son de la Guardia Vieja.

Aníbal Troilo, por su parte, recibió a esta resistida música en “estado reservado”, ya que desde la muerte de Gardel se consideraba el futuro del tango como algo incierto. Y desde ese instante se dedicó a abrevar de lo mejor de las tres corrientes que conforman el Tango: el baile, la canción y la música, hasta convertirse en lo que alguien llamó “la síntesis del tango”. Pichuco condujo grandes orquestas bailables, dando un lugar preferencial a arregladores que luego brillarían con luz propia, y rodeándose de cantores de la talla de Fiorentino, Marino, Rivero y Goyeneche entre otros.

Andá a tocarle a Gardel…

Dijimos que Canaro no es Gardel, pero no mencionamos aún que tocó con él, además de ser su amigo. Y es que no podía ser de otra manera: los privilegiados de la época pudieron ver al Zorzal criollo, “volando” junto al Pirincho (sobrenombre de Canaro y pájaro muy común en el Rio de la Plata). “Madreselva” es el tango emblemático de esta sociedad musical, registrado en Estudios Odeón un 27 de octubre de 1931 bajo el número 18858-6919, con música de Francisco Canaro y letra de Luis César Amadori.

Pero además de su Orquesta Típica, Canaro supo tener un quinteto denominado inicialmente “Quinteto Don Pancho” en razón de su nombre de pila. A partir de los años cuarenta, pasaría a tener su nombre definitivo: “Quinteto Pirincho”. Los tangos y valses instrumentales “a la Guardia Vieja” fueron su marca registrada, así como un sonido limpio que -a pesar de las limitaciones técnicas de origen- las nuevas ediciones en CD saben honrar.

Pirincho también dejó espacio para algunas “guarangadas”, al registrar temas de doble sentido como “La Clavada” (1938) y “La c…ara de la l…una” (1941). Y… no podía ser de otra forma, después de haber sido testigo de la época “picante” del tango, y no de la llorona que asomó (y asoló) después de los cuarenta.

Muerte y herencia de Francisco Canaro

“Solo critica quien ama”, podríamos indicar palpitando el final de este polémico artículo. Como no quisiera que se crea por ahí que no hay lugar para un Canaro en mi casa, va una anécdota tomada del muy recomendable libro de Héctor A. Benedetti “Las mejores anécdotas del tango” (Ed. Planeta, Bs. As., 2000), que dice muchas cosas ciertas y poco conocidas. El autor señala allí datos muy precisos sobre el padecimiento y sucesos previos a la defunción de Canaro, que no vienen al caso (pero quien quiera leer que lea). Sin embargo lo que quiero mencionar es la fantasía popular que le adjudicaba una fortuna cien veces mayor al legado real. Y creo que si fue rico, está claro que no lo fue en billetes constantes y sonantes, sino en sonidos, arpegios y la cruel ironía que lo emparentó (“Créase o no”) con Discepolín. Nos dejó a solas con su música, un 14 de diciembre de 1964.

sábado, 8 de mayo de 2010

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Don Solidario Alvo no se ha olvidado de sus amigos lectores. No ha gozado en estos últimos tiempos de buena salud, pero como hace con todos sus proyectos, con Guardia Vieja tampoco va a bajar los brazos. En breve estaremos nuevamente compartiendo algunas de las ideas que andan "dando vueltas" en esta nueva etapa.

Gracias por la paciencia, y si quieren solicitar el tratamiento de algún tema, será bien recibido.

Y como diría el inmortal Troilo, "Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. Cuándo?... Cuándo?... si siempre estoy llegando"

Rodrigo Campos Alvo