viernes, 20 de junio de 2008

El tango… es el tango

De entre los mensajes que amenamente los lectores de este blog me hacen llegar, el último concitó mi atención de manera particular. El mismo dice:

Maestro, encontré este espacio casi de casualidad, y terminé recorriéndolo de principio a fin. Tengo 18 años y me gusta el tango. Fue justamente mi abuelo quien me introdujo a este universo musical tan porteño que es el tango. Espero que siga escribiendo mucho más. Un saludo

Luego de su lectura me quedó dando vueltas una pregunta: los muchachos de ahora ¿saben qué es el tango? Sospechando una respuesta poco optimista, continué: ¿cómo invitar, impulsar a los jóvenes a atender y disfrutar este fenómeno cultural, artístico y social? Claro, hoy muchos piensan que “el tango es cosa de viejos”. Hasta los mismos mayores. Pero… ¿acaso nosotros no fuimos jóvenes también? ¿Cómo nos iniciamos en el descubrimiento y recorrido de este universo musical? Aquí van, entonces, estas líneas a los muchachos de ayer y de hoy, para que vean que el tango…es el tango.

I. Si el pibe se salva…

Los pibes no suelen tener interés en seguir el camino de sus mayores. Pero attenti purrete, que mirando hacia atrás también se puede conocer y aprender. Después de todo, quizás no seamos tan distintos vos y yo.

A nosotros también nos deslumbraban las novedades musicales, y rastreábamos y adquiríamos discos de moda. Pero es cierto que en los jóvenes de hoy hay otras expectativas con respecto a la diversión, que en mis tiempos era ir a bailar a los clubes de barrio. Solíamos danzar al compás de cantores o conjuntos musicales de medio pelo, y en otras ocasiones contábamos con verdaderas orquestas de lujo. En esos bailes no había patovicas moliéndote a palos en la puerta, o diciéndote “vos no pasás”. Violencia había, ¡y que la había!, pero lejos de esas fiestas donde íbamos a divertirnos, conocer mujeres y hacer amigos entrañables.

Me tocó ser joven en una época en que el tango ya estaba aceptado socialmente. Teníamos vecinos cantores, o bandoneonistas, no necesariamente ligados a su origen prostibulario. Aunque oportunamente transitaremos por los caminos que empalman el tango y la radio en la sociedad argentina, hay que puntualizar que las audiciones radiofónicas eran centro de atención familiar, pero los receptores eran aparatos caros que no todas las familias podían costear. Recuerdo que mi viejo compró nuestra primera radio en 1929, y a su alrededor se juntaba toda la familia a escuchar las orquestas en vivo. Libertad Lamarque y las hermanas Bozán eran figuras de renombre en el dial.

En síntesis: a los jóvenes quiero decirles, con respecto al tango, que empiecen por donde más les guste: si bailan, bailen; si solo escuchan música, pues háganlo. Lo importante es ese primer contacto con él. Luego una cosa lleva a la otra.

II. Tiempos viejos

En mi época engranábamos con el tango por querer imitar a los pibes mayores. Y así aprendíamos y nos entusiasmábamos, y no quedaba nada sin preguntar: “¿por qué fulano canta mejor que mengano? … ¿en qué año comenzó a tocar zutano? …¿qué tal la última letra de perengano?.” Con mis amigos nos comprábamos discos doble cara, con una pista de cada lado. Mi memoria me lleva a dedicarles unas líneas a mis primeras dos grabaciones gardelianas:

· Lado A: Perdonada, Lado B: Tiempos viejos, y el otro:

· Lado A: Viejo amor y Lado B: Yo te bendigo.

Me los regaló Kicho, un vecino del inquilinato. No era mal tipo, un poco esquenún, quizás. Recuerdo que 1938 decidió renovar su colección de discos con orquestas modernas y me los regaló.

Francisco, mi padre, solía decir que el tango era rastrero, de bajo fondo, que no decía nada nuevo. El era un español que había venido a la Argentina buscando el porvenir que su país no le podía ofrecer. Desde aquí escribo unas líneas dedicadas a la memoria de él y su amigo Naddeo, que supo integrarlo a un oficio y lo acompañó en sus primeros pasos en lo que sería su nuevo “hogar”: la Argentina. También le aportó una cosmovisión social que le permitió interpretar críticamente a su tiempo: el pensamiento anarquista. Desde esta perspectiva es que pudo mirar al tango con otros ojos.

III. El tango… es el tango

Resumiendo, pibe, yo te diría que prestes atención al hecho de que el tango fotografía una clase, una época, no tanto un lugar. ¿Qué importa de qué lado del Río de la Plata se ubique? Prestá atención a lo que tus padres te cuenten del tango, o tal vez tu abuelo. No “compres” ese tango de salón para consumo for export. Si aguzás tu oído, podrás leer entre líneas cosas de importancia que tus amigos ni sueñan conocer repitiendo letras en inglés que no entienden.

Pero eso sí: a vos te toca poner el gusto particular. Así irás creando un ambiente de apreciación estética más allá de lo puramente musical, en el camino de entender ciertas problemáticas humanas que hoy en día siguen vigentes. Es que tanto ayer como hoy la música debería contar las cosas que le pasan al hombre, es decir, aquellas cosas que nos pasan. La curiosidad es propia del ser humano, y como joven tenés la oportunidad de aprovecharla, y formarte así una cabal idea de ese universo que es el Tango.

Alguien pregunta cada tanto: ¿es que acaso el tango murió?” Y yo respondo:Las cosas que tienen valor nunca mueren. Se esconden, quedan agazapadas, y cuando uno menos lo espera, saltan de nuevo al ruedo.Por eso, y para acercarte algo a esa musiquita, te dejo con Alberto Castillo interpretando “El tango… es el tango”.

El tango… es el tango
Tango
(1952)
Música: José Raúl Iglesias
Letra: Juan Bautista A. Gatti

Peinando plata en el jopo
Hablás del tango malevo,
Como diciendo qu´el "nuevo"
Pa´ vos, no vale un piropo...
Y yo, porteño de ahora
De acuerdo a mis sentimientos,
Voy a cantar como siento
El tango en mi corazón...

El tango es el tango... No hay vuelta que darle
Con cuello o pañuelo, lo mismo es gotán,
Que el traje no dice la estirpe del rango
Ni el gesto guarango, pinta el arrabal.
El tango es el tango... por más que le pongan
Ribetes compadres o cintas de amor,
El tango es el tango, si tiene milonga
No importa que sea, de ayer o de hoy...

Pa´ qué decís que otra cosa
Fue aquel de mil novecientos,
Si el tango en todos los tiempos
Es tango porque solloza...
Con el florido lenguaje
O el lunfardo "catecismo",
Siempre en el alma es el mismo
Del criollo bandoneón...

lunes, 2 de junio de 2008

“Mensaje”: entre tango y filosofía


“La ética no es una abstracción que sobrevuela y se evapora como una nube. La ética es algo concreto, un recurso en la vida, algo que se palpa, que se construye, que se experimenta en nuestros vínculos de cada día”
(Sergio Sinay: “Elogio de la responsabilidad”, Ed. Del Nuevo Extremo, Bs. As., 2005).

Hablar con propiedad de Enrique Santos Discépolo precisaría de más espacio –y tiempo- del que hoy puedo disponer. Sin embargo el tema de los valores humanos es una constante en su poética, y esta tarde me interesa conversar con Uds. sobre lo que expresa el estribillo de su tango Mensaje:

Bueno y nada más,
que siendo bueno,
no hay odio, ni injusticia, ni veneno
que haga mal...

Hay entre poesía y filosofía una relación de muchos siglos, como modo de acceso a la Verdad. Así estas estrofas de “Mensaje” se descubren como verdadera filosofía, destilada en un tango y al ritmo del 2x4. Esos cuatro versos son para mí filosofía pura, no académica, no artificiosa. Quisiera entender a la filosofía como la revelación de ciertas cosas que le suceden al hombre, y que solo algunos pueden verlas, distinguirlas, y echar luz sobre ellas. Descubrirlas, reconocerlas, ponerlas a la vista es asunto humano relevante, y más si el tango es el vehículo de tal reflexión. Imagínense leyendo un artículo del periódico que dice “tres chicos se mueren de hambre cada minuto”. No puede compararse con el impacto de oír: “Sus pibes no lloran por llorar, / ni piden masitas, / ni chiches, ni dulces... ¡Señor!... / Sus pibes se mueren de frío / y lloran, hambrientos de pan...” (Pan, Tango, 1932, Música: Eduardo Pereyra, Letra: Celedonio Flores).


En Cambalache, su canción más difundida internacionalmente, Discepolín nos habla en tono escéptico sobre la naturaleza humana. Pero Cátulo Castillo, autor de la letra del póstumo tango “Mensaje”, escribe unos versos inspirados en el reciente fallecimiento del amigo, y prefiere ir -derecho viejo- a hablar sobre la bondad, así, dicho en minúsculas y sin falsas esperanzas. Esta bondad implicaría actuar en cierto sentido deseable, o para decirlo de otra manera, sería no hacer mal, sin intervención ni control. “Bueno y nada más que siendo bueno...” A mis 83 años sigo creyendo que la bondad ES en el hombre, que no existe fuera de él. Si éste recurre a mentir, a arrebatar, a robar es por necesidad o ignorancia. Y me animo a pensar que Discépolo compartiría este principio, ya que todas sus reflexiones apuntan a la dimensión de la ética.

Hubo una corriente literaria –y filosófica- que supuso al hombre bueno, y a la civilización creadora, formadora de su maldad. No me parece un pensamiento desacertado, solo que ahora quizás debiéramos hablar del Sistema, antes que de “civilización”, palabra que nos queda demasiado grande a la luz de los retrocesos que implican las guerras y el hambre de ayer y hoy. Si la ética parte de considerar al prójimo como distinto a mí, y por eso mismo semejante en la diversidad, veo que lo que escribió Castillo va más allá que lo que él mismo pudo imaginar a la hora de garabatear esos versos de “Bueno…”. Con ese mensaje y el valor de la verdad, corporizado en no mentir, es la base de toda ética que se precie de tal.

Mensaje
Tango
(1952)
Música: Cátulo Castillo
Letra: Enrique Santos Discépolo

Hoy, que no estoy,
como ves, otra vez
con un tango que no puedo gritar...
Yo, que no tengo tu voz...
Yo, que no puedo ya hablar...

Mensaje
con que mi vieja ternura
de criatura
te está prestando coraje...

Yo, que a lo largo del viaje
sufrí tus ultrajes
en mi soledad...

Nunca quieras mal,
total
la vida ¡qué importa!
Si es tan finita y tan corta
que al fin,
el piolín se corta...

No te aflija el esquinazo
del dolor,
y si el amor te hace caso,
no le niegues tu pedazo
de candor,
que es lindo creerle al amor...

Bueno y nada más,
que siendo bueno,
no hay odio, ni injusticia, ni veneno
que haga mal...

Y hoy, que no estoy
me da pena no estar
a tu lado, cinchando con vos...

Vos, que me hiciste llorar...
vos, que eras todo rencor...

Mensaje...
Mensaje con que te digo
que soy tu amigo
y tiro del carro contigo...

Yo, tan chiquito y desnudo
lo mismo te ayudo
cerquita de Dios.