Maestro, encontré este espacio casi de casualidad, y terminé recorriéndolo de principio a fin. Tengo 18 años y me gusta el tango. Fue justamente mi abuelo quien me introdujo a este universo musical tan porteño que es el tango. Espero que siga escribiendo mucho más. Un saludo
Luego de su lectura me quedó dando vueltas una pregunta: los muchachos de ahora ¿saben qué es el tango? Sospechando una respuesta poco optimista, continué: ¿cómo invitar, impulsar a los jóvenes a atender y disfrutar este fenómeno cultural, artístico y social? Claro, hoy muchos piensan que “el tango es cosa de viejos”. Hasta los mismos mayores. Pero… ¿acaso nosotros no fuimos jóvenes también? ¿Cómo nos iniciamos en el descubrimiento y recorrido de este universo musical? Aquí van, entonces, estas líneas a los muchachos de ayer y de hoy, para que vean que el tango…es el tango.
I. Si el pibe se salva…
Los pibes no suelen tener interés en seguir el camino de sus mayores. Pero attenti purrete, que mirando hacia atrás también se puede conocer y aprender. Después de todo, quizás no seamos tan distintos vos y yo.
A nosotros también nos deslumbraban las novedades musicales, y rastreábamos y adquiríamos discos de moda. Pero es cierto que en los jóvenes de hoy hay otras expectativas con respecto a la diversión, que en mis tiempos era ir a bailar a los clubes de barrio. Solíamos danzar al compás de cantores o conjuntos musicales de medio pelo, y en otras ocasiones contábamos con verdaderas orquestas de lujo. En esos bailes no había patovicas moliéndote a palos en la puerta, o diciéndote “vos no pasás”. Violencia había, ¡y que la había!, pero lejos de esas fiestas donde íbamos a divertirnos, conocer mujeres y hacer amigos entrañables.
Me tocó ser joven en una época en que el tango ya estaba aceptado socialmente. Teníamos vecinos cantores, o bandoneonistas, no necesariamente ligados a su origen prostibulario. Aunque oportunamente transitaremos por los caminos que empalman el tango y la radio en la sociedad argentina, hay que puntualizar que las audiciones radiofónicas eran centro de atención familiar, pero los receptores eran aparatos caros que no todas las familias podían costear. Recuerdo que mi viejo compró nuestra primera radio en 1929, y a su alrededor se juntaba toda la familia a escuchar las orquestas en vivo. Libertad Lamarque y las hermanas Bozán eran figuras de renombre en el dial.
En síntesis: a los jóvenes quiero decirles, con respecto al tango, que empiecen por donde más les guste: si bailan, bailen; si solo escuchan música, pues háganlo. Lo importante es ese primer contacto con él. Luego una cosa lleva a la otra.
II. Tiempos viejos
En mi época engranábamos con el tango por querer imitar a los pibes mayores. Y así aprendíamos y nos entusiasmábamos, y no quedaba nada sin preguntar: “¿por qué fulano canta mejor que mengano? … ¿en qué año comenzó a tocar zutano? …¿qué tal la última letra de perengano?.” Con mis amigos nos comprábamos discos doble cara, con una pista de cada lado. Mi memoria me lleva a dedicarles unas líneas a mis primeras dos grabaciones gardelianas:
· Lado A: “Perdonada”, Lado B: “Tiempos viejos”, y el otro:
· Lado A: “Viejo amor” y Lado B: “Yo te bendigo”.
Me los regaló Kicho, un vecino del inquilinato. No era mal tipo, un poco esquenún, quizás. Recuerdo que 1938 decidió renovar su colección de discos con orquestas modernas y me los regaló.
Francisco, mi padre, solía decir que el tango era rastrero, de bajo fondo, que no decía nada nuevo. El era un español que había venido a
III. El tango… es el tango
Resumiendo, pibe, yo te diría que prestes atención al hecho de que el tango fotografía una clase, una época, no tanto un lugar. ¿Qué importa de qué lado del Río de la Plata se ubique? Prestá atención a lo que tus padres te cuenten del tango, o tal vez tu abuelo. No “compres” ese tango de salón para consumo for export. Si aguzás tu oído, podrás leer entre líneas cosas de importancia que tus amigos ni sueñan conocer repitiendo letras en inglés que no entienden.
Pero eso sí: a vos te toca poner el gusto particular. Así irás creando un ambiente de apreciación estética más allá de lo puramente musical, en el camino de entender ciertas problemáticas humanas que hoy en día siguen vigentes. Es que tanto ayer como hoy la música debería contar las cosas que le pasan al hombre, es decir, aquellas cosas que nos pasan. La curiosidad es propia del ser humano, y como joven tenés la oportunidad de aprovecharla, y formarte así una cabal idea de ese universo que es el Tango.
Alguien pregunta cada tanto: “¿es que acaso el tango murió?” Y yo respondo: “Las cosas que tienen valor nunca mueren. Se esconden, quedan agazapadas, y cuando uno menos lo espera, saltan de nuevo al ruedo.” Por eso, y para acercarte algo a esa musiquita, te dejo con Alberto Castillo interpretando “El tango… es el tango”.
El tango… es el tango
Tango
(1952)
Música: José Raúl Iglesias
Letra: Juan Bautista A. Gatti
Peinando plata en el jopo
Hablás del tango malevo,
Como diciendo qu´el "nuevo"
Pa´ vos, no vale un piropo...
Y yo, porteño de ahora
De acuerdo a mis sentimientos,
Voy a cantar como siento
El tango en mi corazón...
Con cuello o pañuelo, lo mismo es gotán,
Que el traje no dice la estirpe del rango
Ni el gesto guarango, pinta el arrabal.
El tango es el tango... por más que le pongan
Ribetes compadres o cintas de amor,
El tango es el tango, si tiene milonga
No importa que sea, de ayer o de hoy...
Fue aquel de mil novecientos,
Si el tango en todos los tiempos
Es tango porque solloza...
Con el florido lenguaje
O el lunfardo "catecismo",
Siempre en el alma es el mismo
Del criollo bandoneón...