lunes, 2 de junio de 2008

“Mensaje”: entre tango y filosofía


“La ética no es una abstracción que sobrevuela y se evapora como una nube. La ética es algo concreto, un recurso en la vida, algo que se palpa, que se construye, que se experimenta en nuestros vínculos de cada día”
(Sergio Sinay: “Elogio de la responsabilidad”, Ed. Del Nuevo Extremo, Bs. As., 2005).

Hablar con propiedad de Enrique Santos Discépolo precisaría de más espacio –y tiempo- del que hoy puedo disponer. Sin embargo el tema de los valores humanos es una constante en su poética, y esta tarde me interesa conversar con Uds. sobre lo que expresa el estribillo de su tango Mensaje:

Bueno y nada más,
que siendo bueno,
no hay odio, ni injusticia, ni veneno
que haga mal...

Hay entre poesía y filosofía una relación de muchos siglos, como modo de acceso a la Verdad. Así estas estrofas de “Mensaje” se descubren como verdadera filosofía, destilada en un tango y al ritmo del 2x4. Esos cuatro versos son para mí filosofía pura, no académica, no artificiosa. Quisiera entender a la filosofía como la revelación de ciertas cosas que le suceden al hombre, y que solo algunos pueden verlas, distinguirlas, y echar luz sobre ellas. Descubrirlas, reconocerlas, ponerlas a la vista es asunto humano relevante, y más si el tango es el vehículo de tal reflexión. Imagínense leyendo un artículo del periódico que dice “tres chicos se mueren de hambre cada minuto”. No puede compararse con el impacto de oír: “Sus pibes no lloran por llorar, / ni piden masitas, / ni chiches, ni dulces... ¡Señor!... / Sus pibes se mueren de frío / y lloran, hambrientos de pan...” (Pan, Tango, 1932, Música: Eduardo Pereyra, Letra: Celedonio Flores).


En Cambalache, su canción más difundida internacionalmente, Discepolín nos habla en tono escéptico sobre la naturaleza humana. Pero Cátulo Castillo, autor de la letra del póstumo tango “Mensaje”, escribe unos versos inspirados en el reciente fallecimiento del amigo, y prefiere ir -derecho viejo- a hablar sobre la bondad, así, dicho en minúsculas y sin falsas esperanzas. Esta bondad implicaría actuar en cierto sentido deseable, o para decirlo de otra manera, sería no hacer mal, sin intervención ni control. “Bueno y nada más que siendo bueno...” A mis 83 años sigo creyendo que la bondad ES en el hombre, que no existe fuera de él. Si éste recurre a mentir, a arrebatar, a robar es por necesidad o ignorancia. Y me animo a pensar que Discépolo compartiría este principio, ya que todas sus reflexiones apuntan a la dimensión de la ética.

Hubo una corriente literaria –y filosófica- que supuso al hombre bueno, y a la civilización creadora, formadora de su maldad. No me parece un pensamiento desacertado, solo que ahora quizás debiéramos hablar del Sistema, antes que de “civilización”, palabra que nos queda demasiado grande a la luz de los retrocesos que implican las guerras y el hambre de ayer y hoy. Si la ética parte de considerar al prójimo como distinto a mí, y por eso mismo semejante en la diversidad, veo que lo que escribió Castillo va más allá que lo que él mismo pudo imaginar a la hora de garabatear esos versos de “Bueno…”. Con ese mensaje y el valor de la verdad, corporizado en no mentir, es la base de toda ética que se precie de tal.

Mensaje
Tango
(1952)
Música: Cátulo Castillo
Letra: Enrique Santos Discépolo

Hoy, que no estoy,
como ves, otra vez
con un tango que no puedo gritar...
Yo, que no tengo tu voz...
Yo, que no puedo ya hablar...

Mensaje
con que mi vieja ternura
de criatura
te está prestando coraje...

Yo, que a lo largo del viaje
sufrí tus ultrajes
en mi soledad...

Nunca quieras mal,
total
la vida ¡qué importa!
Si es tan finita y tan corta
que al fin,
el piolín se corta...

No te aflija el esquinazo
del dolor,
y si el amor te hace caso,
no le niegues tu pedazo
de candor,
que es lindo creerle al amor...

Bueno y nada más,
que siendo bueno,
no hay odio, ni injusticia, ni veneno
que haga mal...

Y hoy, que no estoy
me da pena no estar
a tu lado, cinchando con vos...

Vos, que me hiciste llorar...
vos, que eras todo rencor...

Mensaje...
Mensaje con que te digo
que soy tu amigo
y tiro del carro contigo...

Yo, tan chiquito y desnudo
lo mismo te ayudo
cerquita de Dios.

6 comentarios:

Marcelo dijo...

Hola Don Solidario! A veces cuesta ser bueno en estos tiempos, no? porque a veces lo confunden con idiota. Nunca escuchó a alguien decir sos DEMASIADO bueno? Yo creo que confunden bondad con ingenuidad, que son dos cuestiones distintas.
No conocía ese tango, ya me pongo a buscarlo
Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy buen artículo!
Realmente daría mucho para escribir el analizar la "moral tanguera", si se le guiere llamar asi, que creo que sería ni mas o ni menos que la moral de todo una epoca.
Felicitaciones por su vuelta a la escritura!

francisco dijo...

Don Solidario:No soy tan optimista sobre la condiciòn humana.Todo imperio se ha construído a costa del exterminio de otros pueblos. No es siquiera cuestión de razas o geografía:Cito a Héctor Abad, escritor colombiano: "los romanos arrasaron con los etruscos, los europeos exterminaron a los indios, los ingleses a los aborígenes australianos, los nazis a los judìos, los hutus a los tustsis" y le agrego, los rusos a los afganos, los turcos a los armenios y en la actualidad los sudafricanos contra los vecinos . Por eso, personajes como Discépolo o Pugliese son excepcionales; comprometidos con su época, fueron sobre todo coherentes entre su pensar y su actuar.En alguna parte leí algo de este estilo " valioso el hombre que pudiendo ser injusto ELIGIÒ no serlo". Ellos, sin duda, era de esta categoría. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Maestro, encontré este espacio casi de casualidad, y terminé recorriendolo de principio a fin.
tengo 18 años y me gusta el tango. fue justamente mi abuelo quien me introdujo a este universo musical tan porteño que es el tango.
espero que siga escribiendo mucho mas.
un saludo

Solidario Alvo dijo...

El tango es y fue un fiel retrato de su época y de su sociedad. Como Ud. lo menciona de la condición humana. Parece que a cierto nivel de percepción rige el "todos enemigos de todos", lo que está muy ligado a lo material ("si yo no tengo, tu no lo tienes"). Sin embargo detrás del ruido competitivo uno puede oir la vocecita apenas de la insatisfacción, que añora un mundo de armonía, equilibrio y solidaridad, mundo frágil, que se deshoja al primer sacudón en las masas inmaduras, pero que en algunos "hombres valiosos" adquieren solidez y permanencia.
Cuando más lo pienso al problema más me parece que el proceso no es desesperante sino al contrario, la humanidad como un todo avanza hacia una vida más armónica, más inteligente, más autosustentable. Algo así como ver el vaso más lleno que vacío. No se olvide amigo que los tiempos tienen una velocidad diferente para el individuo, que para la humanidad...

Unknown dijo...

Estimados. Muy buen artículo. Discepolín merece todos los homenajes por haber sido un gran ser humano. Una humilde corrección: la música es de Discépolo, la letra fue de Cátulov que es lo que Enrique dejó inconcluso. Hay una linda anécdota sobre esa letra que cuenta Cátulo y que estaría bueno comentaran en otro artículo si es que vuelve. Un abrazo