domingo, 9 de noviembre de 2008

Los clubes de barrio - Parte I



Perdones mil por las demoras. Es a mi nieto a quien debo culpar, y por elevación al mercado laboral actual que según él, lo hace trabajar en cuatro lugares para tener algo así como un sueldo digno. En fin…


Luna de Avellaneda

Para “ir al grano”, diremos que los ‘clubes’ son asociaciones de personas libremente reunidas en torno a gustos, opiniones, actividades en común. El ánimo de lucro no figura entre sus fines, aunque es claro que el financiamiento es todo un tema. En un club elitista se incorporan socios en base a la “exclusividad”, previa aprobación de un grupo de notables. En cambio un club popular se sostiene desde la “inclusividad”, el vínculo entre pares, la apertura a la comunidad, la participación. En aquellos de barrio nos enamorábamos, nos casábamos, festejábamos los cumpleaños de los hijos... Llevan el mismo nombre: “Club”. Nunca fueron lo mismo.

Pasando a lo que nos interesa, y contestándole un poco tardíamente al amigo Marcelo y Francisco, debo decir que el Club “Luna de Avellaneda” es una construcción poética del guionista de la película homónima, aunque habla de la realidad de muchos clubes. Por ello es que dirijo hoy mi memoria hacia esas instituciones tan caras a nuestra identidad criolla, en las que muchos inmigrantes encontraron, deporte y cultura mediante, una forma de echar raíces en suelo argentino / americano: Deportivo Español, Sportivo Italiano, Club Armenio, entre otros tantos del interior del país, no tan conocidos.

La importancia de los clubes de barrio fue dar a todo un grupo de gente la posibilidad de acceder a beneficios que individualmente les estarían vedados. No por nada surgen en nuestro país junto con las mutuales, las obras sociales y las cooperativas. Fueron algo así como una “sociedad de ayuda mutua”, con el deporte por objeto de intercambio social. Además era escenario de relaciones que podían o no continuar fuera del club. La barra de la esquina es un claro ejemplo de ello. Allí uno se instruía, no en el sentido escolar del término, sino en pensamientos de la vida (recuerden, si no, “Cafetín de Bs. As.”). Por todo ello pienso al club como una forma de amistad, en el sentido de lo que uno toma del otro y ofrece a su vez en intercambio. Comparto ahora con Uds. dos recuerdos personales, ligados al fútbol y al tango.

5 comentarios:

Marcelo dijo...

Gracias por su mención don Solidario! De mi parte, vaya el recuerdo para el Club Social, Culturl y Deportivo "Brisas de Liniers", aunque por supuesto en nuestro bario el n° 1 siempre fue Vélez Sársfield, de la mano del máximo dirigente deportivo de Argentina: Don Pepe Amalfitani.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Lo de la "exclusividad" y la "inclusividad" de los clubes no lo había pensado...aunque sospecho que es porque conocí sólo al "inclusivo". Nací, en Santiago del EStero, frente al club Jorge Newbery. Su tapia, más que muro o barrera, era la presencia cierta de un mundo otro donde todo cabía: el fútbol, el carnaval, el basquet, la feria americana, el encuentro folclórico, la academia de danza...Gracias por traer estas imágenes. Tina

Mente Ridícula dijo...

Me encantó el blog, felicidades de alguien que se descoca intentando aprender a tocar tangos en al bandoneón (en realidad, recién voy por las escalas). Y los del los clubes...cómo se me perdieron todas esas imágenes. Saludos.

Josito dijo...

Desde España sólo decirte que el tango es maravilloooossssooooo

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fritus dijo...

Feliz año nuevo, Don Solidario...y un abrazo de uno que nunca fue a clubes exclusivos...soy de barrio